Dos de los programas de seguro social más importantes de Estados Unidos enfrentan en la actualidad dificultades en sus fondos que a largo plazo podría perjudicar a sus beneficiarios.
Se trata de Medicare y Seguro Social, programas que el 31 de marzo difundieron en informes su situación financiera actual, deprimida y tensa en medio de un panorama de lenta recuperación económica del país.
En el caso de Medicare, seguro federal de salud que cubre 65 millones de personas mayores y beneficiarios con discapacidad, anunció que su fondo fiduciario cuenta con ingresos para pagar sus facturas solo hasta 2031.
Cuando esas reservas se agoten, se estima que este programa tenga suficientes ingresos para pagar a los hospitales solo el 89% de sus honorarios bajo la ley actual.
Mientras tanto, el programa de Seguro Social dio a conocer en su informe que su fondo para beneficiar a jubilados se agotará en 2033, un año antes de lo planificado con anterioridad. A partir de entonces, sólo tendrán dinero para pagar el 77 % del total de beneficios programados.
En ambos casos, según concluyeron en sus informes, han venido incidiendo las pérdidas económicas ocasionadas por la pandemia del COVID-19, la posterior recesión que ésta generó en el país y en el mundo, y la consiguiente inflación.
Al calor de los debates sobre el tema han surgido posturas de miembros de los partidos políticos más importantes del país.
Por un lado sobresalen los republicanos que han pedido recortes de gastos para reestructurar tanto el Seguro Social como el Medicare y por otro están los demócratas que insisten en que los dos programas deben permanecer completamente intactos.
Sobre el tema, la Secretaria del Tesoro Janet L. Yellen añadió que se trata de dos programas fundamentales de los que dependen los estadounidenses mayores para su seguridad una vez jubilados.
A raíz de las incomprensiones entre ambas partes, los grupos que representan a los estadounidenses mayores han pedido a los legisladores que dejen de lado sus diferencias y tomen medidas para proteger los programas antes de que sea tarde.
Por ejemplo, Jo Ann Jenkins, directora ejecutiva de AARP expresó: “El Congreso debe tomar en serio su responsabilidad de proteger el Seguro Social y Medicare, al desarrollar un plan integral y hacerlo de una manera que sea responsable y totalmente transparente para el público”.
Ambos programas se financian a través de impuestos sobre la nómina, los cuales son mayores cuando el mercado laboral es apretado y los salarios son altos.
En los momentos actuales la Reserva se esfuerza por revertir la inflación con los aumentos de las tasas de interés.
Todo esto está desacelerando el crecimiento y amenaza con inclinar a la economía hacia una recesión, por lo que pareciera no ser el mejor momento para cambiar los fondos de ambos programas.
Sin embargo, la Secretaría del Tesoro afirmó que la actual administración del país, encabezada por el presidente Joe Biden, está comprometida a garantizar la viabilidad a largo plazo de estos programas críticos para que los jubilados puedan recibir los beneficios que les debía.
El mandatario actual tiene cambios en su política presupuestaria para ayudar a extender la vida de esos fondos. En su presupuesto pidió aumentar los impuestos a los altos ingresos y algunos tipos de empresas para ayudar a pagar las cuentas de Medicare.
Biden además propuso aumentar la regulación de este programa sobre los precios de los medicamentos recetados y redirigir esos ahorros para financiar las facturas del hospital.
Graduada en Periodismo, especializada en temas de actualidad de Estados Unidos